Proyectar y desarrollar una mejor ciudad ejerciendo un rol articulador entre las organizaciones públicas, privadas y sociales es el objetivo de CREO Antofagasta, cuyo equipo directivo lo define como: “un modelo público-privado de colaboración, impulsado por Escondida | BHP, que tiene por objetivo contribuir en mejorar la calidad de vida de los antofagastinos, apostando por un crecimiento urbano sostenible e inclusivo”.
Y efectivamente, desde su creación en 2013, se ha constituido en un gran ente articulador que ha logrado impulsar importantes proyectos, tales como el Parque Borde Costero, cuya Playa Caleta La Chimba fue recientemente inaugurada. Se trata de una iniciativa inédita de gestión y articulación urbana en Chile, que nace como producto de la colaboración multisectorial, público – social – privada y se ha ejecutado a través de metodologías participativas, integrando intereses y visiones de los vecinos, organizaciones sociales, deportivas, culturales, ecológicas, académicas y empresas, que conforman el conjunto de usuarios del borde costero de Antofagasta. Este tipo de trabajos colaborativos y de articulación son claves para generar un modelo de gobernanza y administración sustentable en las ciudades.
Cada proyecto en el que avanza CREO Antofagasta exige trabajo conjunto y articulación de voluntades de organismos y empresas para que finalmente se ejecuten los proyectos. Su nuevo director ejecutivo, Nicolás Sepúlveda, destaca: “CREO partió con un levantamiento de información, foros urbanos, ciudadanos, para ir conociendo brechas, indicadores y metas; luego de eso se formó un plan maestro y hoy día hay un equipo multidisciplinario que va facilitando el desarrollo de ese plan, siempre articulado con el servicio público,
para ejecución de proyectos, en algunos casos con fondos privados que colaboran para que los servicios públicos puedan ejecutar y en todos los casos tiene que ver con modelos que responden a la visión estratégica de una fuerte participación ciudadana desde su génesis”.
Actualmente CREO avanza en conjunto con todos los actores ciudadanos para avanzar hacia una visión de ciudad común: Gobierno y municipalidad; gremios de las empresas; sociedad civil organizada y academia. Vinculando a representantes de cada uno de estos sectores, transparentan objetivos e intereses, abren conversaciones de posibilidades para los antofagastinos y luego levantan los recursos para el diseño y gestión de proyectos, muy diversos entre sí pero que buscan promover la integración de barrios, las oportunidades de desarrollo económico y la sostenibilidad.
¿Y qué los motiva hacer planificación urbana? “Un buen diseño y gestión urbana permite generar las condiciones para que lo planificado y lo invertido puedan efectivamente crear valor en las personas que habitan la ciudad, donde la forma y la distribución de los recursos pueda ser clave en el acceso equitativo a las oportunidades”, señala Sepúlveda.
El caso de la ciudad de Medellín como inspiración
En los orígenes de CREO Antofagasta, surgió la oportunidad de realizar una visita público-privada a Medellín en Colombia, ciudad históricamente estigmatizada por la inseguridad y falta de proyectos que permitieran el desarrollo de todos los sectores de la ciudad y que hoy se sitúa como un ejemplo a nivel Latinoamericano de cómo la arquitectura y el urbanismo bien desarrollados, pueden transformarse en herramientas del desarrollo social.
En esa ciudad, gracias al trabajo conjunto e integral entre planificadores, diseñadores urbanos y políticos, han logrado dar un gran paso adelante para rescatar áreas de la ciudad que previamente y por décadas habían sido ignoradas. La ciudad se ha convertido en un auténtico laboratorio de innovación y transformación urbana gracias a procesos sostenidos de planeación, de políticas inclusivas abiertas a la participación, y de esquemas exitosos de innovación institucional.
Tradicionalmente, los proyectos de desarrollo urbano en Colombia se centraban en la búsqueda de soluciones concretas a problemas físicos. Medellín ha optado esta vez por una nueva estrategia para usar la arquitectura y el urbanismo como una herramienta para el desarrollo social.
Hoy en día, la percepción de la seguridad de sus habitantes ya no es la de antes, el desarrollo urbano y social de la ciudad es notable, el número de incidentes violentos ha disminuido así como también la tasa de desempleo. Los resultados son visibles no solo en los cambios físicos de la ciudad sino también en los funcionales y sociales donde se ha visto un cambio de actitud y orgullo por parte de sus habitantes.
El desarrollo urbano de Medellín fue diseñado como una estrategia integral buscando soluciones a la movilidad, la gobernanza y la educación junto con la recuperación del espacio público y zonas verdes. El objetivo de esta estrategia era recuperar los sectores más pobres de la ciudad. El “Metro Cable” surgió como un elemento clave y necesario para conectar los asentamientos populares localizados en las laderas de la ciudad con la red de metro en el valle inferior, cerca del río. Otro proyecto de movilidad a destacar fue la red de escaleras mecánicas públicas y gratuitas, instaladas en las partes más inclinadas de la ciudad. La escalera, de 384 metros de longitud, está dividida en seis trayectos conectando una de las comunas con una de las estaciones de metro de Medellín.
El objetivo general ha sido recuperar las zonas marginadas de la ciudad a través del Urbanismo Social. Así, tanto en Medellín como en Antofagasta, el desarrollo urbano no solo está cambiando las ciudades sino que también está modificando la manera y práctica de hacer arquitectura, diseñando el espacio público de una forma más consciente y humana.